El fútbol es el deporte más hermoso del mundo. Y ver jugar al campeón del Mundo, con un Lionel Messi que en cada partido inventa algo nuevo, ofrece sensaciones únicas. Además, Argentina demuestra que está en un nivel superlativo desde lo futbolístico y eso hace que sus rivales parezcan quedarse sin herramientas para detenerla.
La Selección sigue con su andar arrolladorLos partidos del fútbol actual se transformaron, de un tiempo a esta parte, prácticamente en juegos de ajedrez debido los movimientos tácticos que implementan los equipos para intentar generar supremacía en el campo. Sin embargo, el equipo que dirige Lionel Scaloni, a la paleta de recursos que tiene desde lo táctico y estratégico, le agrega la jerarquía individual y la “magia” que le ofrece su “as” de espadas. Y así, cada duelo que pasa deja en claro que la Selección “roba” gracias a su alto vuelo.
La Selección sigue con su andar arrolladorEn esta oportunidad, dio la impresión que Perú sólo estuvo en partido antes de que el venezolano Jesús Valenzuela pitara el inicio del juego. Porque cuando la pelota comenzó a rodar, el seleccionado nacional tiró sobre el campo toda la supremacía y la categoría de sus individuales.
Fue superior desde la jerarquía, pasando por la disposición de los futbolistas en el terreno de juego, por la velocidad y fluidez de los pases, por la superioridad física, por el poder de fuego y por la calidad que tiene “Lio”.
El entrenador peruano Juan Reynoso había mandado a cortar el césped del estadio Nacional de Lima lo más alto que permite el reglamento de la Conmebol, con el objetivo de impedir que el juego argentino pudiera fluir. Sabía que estaba en inferioridad de condiciones e intentó apostar a un manotazo de desesperación. Pero no hubo caso.
La jugada del 1-0 dejó en claro eso. La conexión Julián-Messi-”Nico” González, antes de que el crack rosarino sentenciara al pobre de Gallese es un fiel reflejo de que Argentina parece ser un equipo fuera de serie, que en cada partido confirma que no perdió el hambre de gloria y que pretende quedar en los libros gloriosos del deporte más popular.
Scaloni mete cambios y la estructura no se resiente. Argentina arrolla y reduce a la mínima expresión a cualquier oponente. Gana casi sin despeinarse, agiganta el mito del campeón y supera récords en cada paso. Todo gracias a la jerarquía individual y colectiva y a que tiene al “rey” del fútbol de su lado.